¿CÓMO ESCRIBIR PARA NIÑOS Y JÓVENES?

On 5 diciembre, 2013 by Redacción Creatividad Literaria

Quieres escribir para niños y no das con la voz adecuada. Suenas ñoño, te trabas o se te cuela vocabulario que no funciona. Pruebas con literatura juvenil y resulta que no estás al día, que los adolescentes te ven desfasado en temática, estilo y expresiones.

A pesar del fracaso tú sientes que las historias que quieres contar no son para adultos, tú quieres escribir para niños. En tu mente eres ese escritor capaz de disparar la imaginación de los críos, ese que en tu infancia logró que amaras los libros.

No te preocupes, continúa, no eres el único y siempre hay un comienzo. Por eso recuperamos aquí algunos consejos de autores del género LJI a los que hemos ido entrevistando. Por supuesto, esto no es una guía infalible, pero tal vez te ayude.

Aprovechando que Gonzalo Moure (El síndrome de Mozarte, Lili, Libertad, Maíto Panduro, etc) impartirá un taller de escritura e ilustración con Alicia Varela en la Feria del Libro Infantil y Juvenil que arranca mañana en Gijón, comenzamos el repaso con él, por sus inicios: en mi primer libro, Geranium (1989), los protagonistas eran dos niños a bordo de una nave espacial. Me fascinó su mirada a través de la historia, las ventanas de la nave. Y seguí, cada vez más entusiasmado con esa visión infantil que tanto me interesa.

Esa visión, sin embargo, no altera su manera de expresarse y esta es su recomendación sobre cómo escribir para niños:

…hay excelentes escritores de literatura adulta que han sido tentados, o que se han aventurado a escribir para niños, y no les ha salido muy bien, o incluso les ha salido muy mal. Es entonces cuando suelen decir que es “muy difícil”. Y sin duda para ellos lo es. Para mí, para muchos colegas, es al contrario. Por eso, no creo que sea más fácil o difícil. Creo que es una cuestión de naturaleza, de aptitud, de talento para algo determinado. Para decirlo de otra manera: yo escribo así, no cambio nada. El que siente que tiene que cambiar la voz, la forma de escribir, el que imposta su voz para “hablar a los niños”, fracasa casi siempre.

A Gonzalo Moure nos llevó Mónica Rodríguez. (Kerida Azubá, Diente de león, Palabras caracola...) Los dos, mano a mano, son autores del libro Esta, la vida, una novela que en 2013 fue desctacada entre los White Ravens (miradas originales) que otorga la Biblioteca de Múnich. Y está claro que comparten opinión sobre el género que han elegido: yo no soy una niña, soy un adulto y  creo que a los niños se les debe hablar con la voz que uno tiene. Otra cosa es que se eviten complejas construcciones sintácticas, pero nunca situaciones ni emociones complejas.

La formación y primera profesión de Gonzalo fue el periodismo y diréis, claro, parte con ventaja, se dedica a escribir, entrevista a personas que le pueden sugerir historias, etc. Pues error; no hay profesión alejada de la literatura. Como ejemplo sirva Mónica Rodríguez, Licenciada en Ciencias Físicas e investigadora durante años de un laboratorio de Física Nuclear. Hasta que decidió apostar por la escritura. Y le va muy bien. Hace apenas un par de semanas la editorial Everest le concedía el premio Leer es Vivir por La niña de los caracoles.

Preguntada por cómo captar la atención de los niños opina así: No sé, es difícil. Intento que haya personajes complejos y llenos de conflictos con los que los niños se puedan sentir identificados. ¿Lo consigo? Supongo que solo a veces… Evito, si el texto que tengo entre manos es para público infantil, construcciones complejas o un exceso de vocabulario difícil, porque la dificultad en la comprensión frustra a un niño. También es verdad que creo sinceramente que para comprender un texto no es necesario entenderlo todo y que siempre las historias deben ir acompañadas de un poco más para ir creciendo. El crecimiento personal creo que es una de las consecuencias de la buena literatura, tanto de niños como de adultos.

También hemos tenido ocasión de escuchar y transcribir los pareceres de Miguel Rojo, autor que además de cultivar poesía y novela, tiene varias publicaciones de literatura infantil como ¿De qué estará hecha la luna?, que pudimos sortear, y también alguna premiada, por ejemplo Tin y Ton, Premio de la Crítica de Asturias. Así que, dada su doble faceta de narrador para niños y para adultos, es un buen sujeto al que preguntar por lo que mucha gente se cuestiona, si es más fácil escribir para niños: Escribirl bien es igual de difícil. Hay un poco el tópico de que escribir  infantil es más fácil que para mayores y no. Cada una tiene sus propias reglas y sus propias dificultades,  y si te saltas estas reglas llega el fracaso. ¿Cuál es la facilidad entre comillas? Que es mucho más corto; un libro infantil son diez o doce páginas y la de aldultos son 200, pero el reto de escribir es siempre el mismo: hacerlo bien y que llegue a la persona a la que va dirigida.

Miguel Rojo apunta como factor fundamental el disfrute: Lo que más me gusta de escribir literatura infantil es que todas las normas, equilibrios científicos, maneras de estar, saltan por los aires. La fantasía es absoluta y total. El narrador aquí te permite hacer lo que quieras. Esa es la gran ventaja. De repente los perros hablan y los pájaros se ponen a estudiar bachillerato... es más divertido porque rompes, la imaginación salta por los aires. Normalmente, también, cuando estás escribiendo algo tienes que disfrutar, sino las cosas van mal, y con la literatura infantil te recreas. Hay que ser un poco crío también para escribir, tienes que ponerte la mirada del guaje que va a leer eso y el mero hecho de ponerte en esa piel ya te hace disfrutar como un crío.

Otra escritora polifacética: Beatriz Rato. Este año ha publicado Diario de un acoso, una novela que aunque no está catalogada directamente como literatura juvenil funciona muy bien con ese público. Por eso, le preguntamoscómo fijar la atención de los adolescentes en un libro cuando hay tanta tecnología y tanto audiovisual a su alrededor que les puede distraer: Tocando temáticas que les puedan resultar interesantes, haciéndolo con ritmo, un lenguaje y una sencillez con la que se puedan identificar. Claro, hay que convivir con los Twitter de 140 carácteres y con un montón de cosas que antes no había. Se puede escribir de una manera ligera, amena, enganchar y a la vez ser profundo, crear enseñanza o hacer pensar. Yo a mis hijos les planteo que hay que ser lectores pero que eso tiene que convivir con hacer deporte, con que juegues a los videojuegos, con que tengas Facebook. Es una parte más. Hay que pensar con mentalidad moderna.

Beatriz Rato posee también varios cuentos y títulos en literatura infantil (Aventures d’un bolígrafu, Torimaki…) y esta es su manera de entender el género: conecto con la niña que fui y me recreo con el tipo de literatura que a mí me gustaba: las aventuras, el humor, el suspense. Trato de transmitir las sensaciones que me producían. Luego el hecho de tener niños alrededor te hace conectar.Igual una persona que tiene cuarenta años y no tiene ningún niño cerca le cuesta conectar con la realidad infantil o juvenil del momento porque lo que ellos vivieron ya está muy lejos. Es un compendio. Me da sensación de que mis relatos divierten a los niños; que de eso se trata,  de crear futuros lectores, porque al fin y al cabo una persona que lee no se aburre nunca.

Y para finalizar, nuestro salto de fronteras, la opinión del periodista y escritor João Ferreira Oliveira, que con dos para tres libros infantiles en el mercado (A Origem das Espécies Reinventada  y A Estranha História do Príncipe que Inventou o Abecedário) confiesa que le gustaría publicar 100 libros para niños todos los años. Es una exageración, lo sé, solo lo digo por ser ingenioso, pero cuando un niño suelta algo como “cuando sea mayor voy a tener 100 hijos” o “cuando sea mayor quiero tener 100 periquitos”, él sí está siendo sincero. Hay una edad en la que la imaginación parece no tener límites, en la que todo parece posible. Me gusta  navegar por ahí.

Esperemos que es tótum revolútum de opiniones sobre la Literatura Infantil y Juvenil os haya removido un poco las ganas de escribir.

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